Hola chic@s:
Deseo que vuestro inicio de
verano esté siendo estupendo.
En la última entrada que hice, os
presenté una manera de trabajar los cuentos que resultara entretenida para los
niñ@s y en esta ocasión, quiero mostraros otro ejemplo de cómo seguir
fomentando el lenguaje con la ayuda de estas historias tan maravillosas. Un
cuento que conocéis la mayoría seguro es el clásico “¿A qué sabe la luna?” de
Michael Grejniec, de la editorial Kalandraka. Esta es una historia de cooperación
y de conseguir un objetivo con la ayuda de todos, por muy diversos que sean.
Para los que no conozcáis la
historia, trata de unos animales curiosos que quieren descubrir a qué sabe la
luna pero como está muy alta, les resulta imposible cogerla. Uno a uno van
viniendo los diferentes animales de la historia y entre ellos, hacen una torre,
siendo el ratoncito el que logra coger un pedazo de luna y le va dando un
trocito a cada uno. Y… ¿a qué sabrá? Pues a lo que a cada uno más le gusta. Al
final del cuento hay un pececito gracioso que no entiende tanto revuelo de
coger la luna, si está ahí mismo al lado suya (el reflejo de la luna en el
agua).
Para ello, he hecho el cielo con
cartulina azul oscura y pegado la montaña con papel marrón. El agua que hay
debajo con el pececito, se ha hecho aparte con cartulina azul más claro, de
manera que se coloca al final de la historia. Para que fuera más largo el
panel, he usado dos cartulinas azules oscuras pegadas con celo. Una vez
plastificadas las cartulinas, se pega una tira de velcro para colocar
posteriormente los animales. En mi caso, he pegado dos tiras de velcro para poner
también los alimentos a los que les sabe cada animal.
La luna está hecha con cartulina
negra, dando los toques blancos con tiza o lápiz blanco para que sea más real.
Para poder reproducir la historia fielmente, la luna está recortada por una
parte, de manera que ese trozo plastificado se pegue por detrás con velcro a su
luna.
Basándome en una imagen que vi
hace bastante tiempo en pinterest, una vez contada la historia, se colocan al
lado los alimentos a los que supuestamente les saben nuestros animales del cuento.
Conforme se lee o se cuenta la
historia, el niñ@ va buscando los animales y colocándolos en la torre hasta
llegar al final y coger el trozo de luna. A continuación debatimos sobre lo que
comen estos animales y cuál puede ser su sabor, eligiendo el alimento más
adecuado y pegándolo en la otra tira de velcro.
Con este cuento, trabajo muchos
aspectos relacionados con el lenguaje como por ejemplo:
- Coordinación óculo manual y motricidad fina a través de las imágenes y el velcro.
- Atención y escucha del cuento.
- Memoria de la serie de animales de la torre de forma ordenada.
- Vocabulario de los animales.
- Vocabulario de los alimentos y diversos sabores.
- Conteo y seriaciones de animales.
- Relaciones entre animales y lo que comen.
- Imaginación al pensar en los diferentes sabores de la luna.
- Narración de la historia.
- Entonación y prosodia.
Espero que os haya gustado esta
manera sencilla y económica de manipular vuestro cuento. En internet hay
múltiples materiales para narrar esta historia, pero yo elegí esta manera por
ser la más práctica para trabajar con mi alumnado, a la vez del reducido
espacio para guardarlo después (cuando terminéis, con doblar las cartulinas por
la cinta adhesiva y guardarlo en una carpeta de A4, os ahorráis el espacio, que
en mi caso es muy reducido).
Si queréis los animales y sus
alimentos, podéis descargarlos aquí.
En una próxima entrada os hablaré
de la colección de cuentos que he ido comprando poco a poco para que os hagáis
una idea de lo eficaz que puede resultar en nuestro trabajo logopédico diario.
Saluditos y a disfrutar del sol y
del mar, o de la piscina para los que no
lo tengan cerca!
Virginia.
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